LA BUSQUEDA DE IMAGENES TRASCENDENTES Vs LA EXPERIENCIA TRASCENDENTAL
A un nivel, la búsqueda de imágenes trascendentes nace de la
necesidad de encontrar respuestas a los misterios de la vida. A otros niveles,
se origina por la urgencia vital de cambiar nuestro punto de vista al respecto
de “algo” que ya no nos resulta útil. Cuando nos referimos a la trascendencia
parece que superamos los límites de ese “algo” para recibir otro “algo” nuevo
que nos ayude a regenerarnos, pero cuidado: lo trascendente no es una visión o
una imagen que sustituya a otra.
Por trascendencia se podría entender ir más allá de lo
conocido y por trascendentes también se definen los estados alterados de
consciencia que nos permiten acceder a otros planos paralelos, superiores e
inferiores. En relación a esto podemos deducir que la seguridad permite sentir que una experiencia de este
tipo es auténtica. Esto es un buen indicador, pero existe el peligro de caer en
la trampa de creer que podemos agarrar la verdad con las manos, pero... justo en ese momento... lo
trascendente deja de ser trascendente y comprendemos que no podemos atrapar el
aire con las manos.
En su estado más puro lo trascendente no tiene forma ni palabras.
Un estado no es una imagen, aunque podamos imaginarlo como tal para crear un
mapa en nuestra mente que nos indique el camino de vuelta al “paraíso”. Lo
importante no es la dirección hacia la que apunte el objetivo del ego, lo
interesante es encontrar un punto de unión, de manera que la trascendencia sea
el resultado de la unión de los opuestos. ¿Por qué? Pues porque no toda
expansión de consciencia es trascendente si se olvida y no nos cambia; por
tanto, no todas las imágenes trascendentes trascienden.
Hace un tiempo creía que cuando teníamos un visión era muy
importante saber qué era lo que significaba, o al menos el sentido que tenía
para uno mismo. Mucha gente cuenta cosas que no entiende: sueños, imágenes,
visiones... Yo misma no entiendo nada. En ese momento creía que la visión sin
entendimiento no tenía mucha razón de ser. Actualmente he modificado un poco
esa idea, ya que siento que la comprensión no se produce solo por la visión,
sino también a través de la sensación que deja en el corazón. Algo ocurre que
no encontramos palabras para describir, y que ha puesto en marcha la maquinaria
universal espiritualizando la materia y/o materializando el espíritu.
Eso no significa que cuando la mente recibe imágenes
“trascendentes” tenga que hacer algo, porque se hace solo. Lo trascendente es
darse cuenta, lo que se conoce como “vivir despiertos”. Esto no quiere decir que las imágenes
trascendentes no nos ayuden: nos ayudarán en un nivel personal, pero no deben ser
la única referencia ni una verdad absoluta, ni debe interpretarse siempre la
visión como videncia o revelación.
Al perder las referencias, la atención se desconecta del
lugar donde está y de qué hace, y solo vive en la luna. Tardamos una eternidad
en caer de nuevo en la cuenta de que nos hemos desconectado. Puede que en esta
búsqueda por el conocimiento del significado de una imagen “trascendente” nos
perdamos en el laberinto sin haber bebido de la fuente de la sabiduría:
conocimiento y sabiduría no es lo mismo. La definición del significado de una
imagen que forma parte de la psique colectiva y que tiene carácter universal
nos puede ayudar a interpretar, pero hay que intentar no olvidar la primera
impresión que nos deja; el siguiente paso es darse cuenta de cómo nos
influencia ese patrón y cómo podemos colaborar con la naturaleza en acción.
Por otra parte está el tema de ver lo trascendente de una
imagen y darse cuenta de todos los niveles que hay detrás de la misma. Seguir
el hilo conductor que relaciona y sintetiza la realidad fragmentada que
percibimos, evitando la mala tendencia a llenar los vacíos con una explicación
que convierte en creencia lo que no se sabe. Y esta es la sabiduría de la
experiencia, que nos ayuda a comprender “algo” sin perder las referencias o el
punto origen.
Se trata de dejar que una experiencia trascendente nos
penetre hasta el corazón, independientemente de cómo se vaya descodificando la información
de los símbolos que nos llegan, tema que nos podría ocupar otra entrada. No se
trata de una competición entre trascendencias, aunque es lo que parece a
veces... Como si la trascendencia fuera una meta que nos envenena de la
necesidad de resolver las preocupaciones que nos hacen sentir limitados. Con la
esperanza de que todo cambie no solo queremos trascender, sino transformar...
sin darnos cuenta de que eso ya sucede de forma natural y no nos hemos dado
cuenta de ello. No nos damos cuenta antes porque perdemos mucho tiempo luchando
contra lo que es, huyendo de la realidad. Y en este punto la libertad deja de
ser una búsqueda para ser un encuentro con lo que es.
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