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Privatización del pensamiento

Quiero  ser

¿De donde viene las ideas? ¿A dónde van? Porque nos apropiamos de algo que se nos ha dado como una inspiración llegada de quien sabe dónde. No puedo negar la importancia de la tradición, de recordar a aquellos que aportaron algo significativo que otros perfeccionan y actualizan. Ciertamente, no solo es cuestión de honor y ser alguien importante también queremos ganarnos el pan pero por favor sin dejar de comer a nadie y si nos quejábamos del impuesto al sol aquí tenemos otra, la queja al impuesto de la propiedad intelectual de las ideas que pescamos del inconsciente.

Hace muchos años mi tía me ayudo a tener en cuenta este detalle de humildad ante el deseo del ego de apropiarse de todo. Con los años mis propias experiencias una y otra vez me recordaron lo hablado con  ella ese día… lo cierto es que no fue una conversación densa como otras veces, fue tan sencilla que penetro como una flecha marcándome de por vida.


La vida de un don nadie

Así pues mis primeros años de buscadora transcurrieron investigando y compartiendo mis opiniones y reflexiones gratuitamente, y digo gratuitamente porque no tenía nada que perder y andaba  intercambiando con otras personas ideas y experiencia para aprender cada vez más y principalmente comprender qué relación tenia conmigo todo ese saco de conocimiento que estaba adquiriendo.  A la vez, también era una fuente de la que otros bebían, por una parte cuando lo expresaba  externamente intentando darle forma y por otra, en todas esas buenas ideas a las que no les encontré palabras y que fueron fruto de horas de atención dedicadas a temas en los que se ocupaba la mente meditabunda.

Absorbía todo ese rico manjar intelectual disfrutando como una niña inocente que era y… buscando encontré  al  espíritu que descendía para darme una colleja diciendo: ¡Despierta! Ya has observado bastante y no cambiaste pero cambiaras (sonrisa siniestra). Así llegas una y otra vez a decir “no  se nada detrás de  cada “ya lo sabía”. Luego todo pasa y se integra, y lo que no termina de encajar, termina guardado en una cajita a la espera de volver en otro momento de tu vida como un patrón viejo que por supuesto hay que actualizar.

Así fue como comprendí que la búsqueda se trataba de un encuentro y  que esos encuentros eran señales en el camino que hacían de ese momento algo importante, no por lo bien o mal de sus resultados, sino simplemente por la conciencia y la magia del mismo encuentro. Solo fue eso, como cada cosa importante pérdida entre un montón de paja, solo fue eso y así la importancia personal desaparece y llega la libertad.


El espejo donde me miro

A lo largo de años de lecturas me he encontrado a mí misma leyendo libros de otros, incluso de gente que ya está muerta. Palabras que han resonado con mi propia verdad y que al leerlas, siento que es un reencuentro familiar, y me digo, ostras: si a esta conclusión había llegado ó ¡esto también lo había  pensado! También ocurre con los negocios ;) cuando pienso:- mira aquí podría encajar bien hacer esto o proyectar esto otro y… al cabo del tiempo, poco o mucho, otro lo ha hecho por mí.

Lo fácil es decir que el primero que lo pensó es el original y los  demás son copias. Lo mismo ocurre con las reencarnaciones y  vidas pasadas donde personajes arquetípicos pasan a sentirse como propios, no a una, sino en muchas personas al mismo tiempo. Y  si nos ponemos más trascendentales todavía cabría preguntarse si uno decidió nacer o es lo  que quiere creer para no aceptar la monstruosa verdad del misterio.

Si somos pesimistamente realistas nos daremos cuenta de que “todo está inventado” y muchos prefieren quedarse de brazos cruzados y no intentar nada porque total otro ya lo hizo. En ese momento puedes frustrar tu creatividad y cierras las puertas a perfeccionar, ampliar y actualizar, que es también un punto original de  la nueva visión de lo mismo que puedas aportar. Esto pasa desapercibido al que solo ve lo que conoce y no intenta reescribir la historia. Intentarlo es auténtico y valioso para no terminar convirtiéndonos en unos conformistas que no se atreven a vivir la experiencia y sacar sus propias conclusiones aunque a veces se llegue a las resoluciones de siempre.

La gran obra, la obra de la vida la creamos entre todos, y cada persona tiene algo que aportar y la  elección de elegir que hacer para que el rio siga fluyendo. No  podemos dejar que el miedo a ser y dejar ser nos paralice. Quizá las ideas están ahí para quien pueda crear el vehículo que pueda expresarlas, no una sino muchas veces, reverberando como un eco la magnificencia de una realidad viva que va cambiando sin que nos  demos cuenta. Una madre tierra, una humanidad que ha tenido etapas lentas, y algunas rápidas y necesarias para la adaptación a una nueva forma de entender el mundo sin las fronteras de la diferencia que nos hace especiales.


Dejando ser

Así que por un lado tenemos a un don nadie que deja de ser para dejar ser a otros bajo la sombra de unas ideas que no son ni suyas ni de nadie, pues más allá de este cumulo de pensamientos derramados por las miles de mentes, estas son solo una capa más, no el núcleo, ni el centro ni la fuente. El vacío que los contiene  es aún más grande. Más allá de ese vacío creativo que lo interpenetra todo no hay nada personal.


Pero realmente he superado al dios ego? Que ocurre cuando hago algo y otros hacen lo mismo de manera que mi luz se pierde entre otros fantasmas? Ciertamente si lo veo desde una perspectiva egoísta no soy capaz de darme cuenta, que lo que está sucediendo, es que se está expandiendo la luz. Ya que en lo esencial, pescar del gran mar de la consciencia, no es otra cosa que alumbrar la oscuridad. Y cuidado porque si te lo crees y caes otra vez en la redes de la ilusión, vuelves a ser prisionero, esclavo de la verdad caduca, y alumbrar la oscuridad pasa a convertirse en una luz oscurecida.



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