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BARRIDO CATABÓLICO

¿De vuelta?




BARRIDO CATABÓLICO
Fuego que no quema, agua que no moja


Bienvenido este proceso de degradación, gracias a él, este personaje perderá el miedo a morir. 


Es un paso perder ese miedo antes de que el sentido de identidad pueda reconocer su Última Realidad. Por supuesto, es un reconocimiento que no basta con saber, hay que sentirlo y vivenciarlo. Pero volvamos a ese perder el miedo… de ahí el barrido y la necesidad de transformación.


Llegados a este punto, morir es una necesidad pues algo se reconoce muerto, aunque parece más vivo que nunca, aferrándose. La diferencia está en el acto de renuncia, y la voluntad para intentarlo otra vez hasta conseguirlo.


La cuestión para el personaje era ahora complicarlo todo hasta hacerlo simple. Y hoy barro y destruyo invocando al poder del fuego.





Ese dibujito que comparto es el demonio de mi tristeza. Contacte con él a través de una meditación budista que pronto pondré en marcha en el próximo taller de yoga; como veis, antes lo practico conmigo misma.


Esta meditación usa la visualización y el diálogo interno. Es una práctica que me lleva unos pasos atrás, pero me servirá de impulso, ¡y qué carajo! Por experimentar que no sea.


El demonio de “mi tristeza” se llama FUEGO. Trabajé con una de esas llamitas y pude comprender una necesidad y afianzar un aliado llamado HUMO. Me sorprendió ver a mi tristeza en forma de fuego pero, reflexionando un poco era hasta lógico, el fuego es parte de la naturaleza de mi personaje, así que no descarté que habría mucho más que trabajar con este “demonio elemental”. Y no me equivocaba.


Estos días ando con una necesidad de cambiar muchas cosas, me sobra gente y me falto yo. Y en eso estoy.


Hoy soñé que estaba escondida bajo la cama en medio de un fuego cruzado. Cuando caen los de mi bando, en esa habitación solo quedan los del bando contrario. Y me encuentran. Dos niños tenían que matarme con unas piedras, y suplico que así no. Ellos dudan, pero enseguida entra otro, pega un tiro a uno de esos niños y pone la boca del cañón de su metralleta en la columna vertebral, en la zona lumbar. Esa sensación era tan real, sabía que iba a morir y que antes quedara paralítica. Desperté de golpe.


Al despertar imaginé que muchos ahora pueden sentir eso, y que al morir no despiertan como yo estaba diciendo fue un sueño… O quizá sí, pero a otra vida, más vida, quizá una vida sin forma, ni fuerza ni color. Era real la sensación, seguro que muchos han experimentado este tipo de sueños vívidos.


Es mi guerra, es mi muerte, y soy el verdugo: uno implacable y sin contemplaciones… No fue el único sueño recordado de esta noche, el otro también era desagradable… Iba de que alguien hacía las cosas sin contar conmigo, otro personaje terrible.


La tarde antes de dormir y tener este sueño, medité y contacté con el demonio de mi deseo. Era un cuerpo humano hecho de llamas, llamas que se movían con el viento. El blanco de sus ojos era rojo y el color del iris azul vidrioso. Tras escuchar y comprender sus necesidades le alimenté con unas pompas de color naranja que salian de mi vientre flotando, él las petaba y absorbía el humo... Hasta que vino un cuerpo hecho de agua, abrazó al de fuego y lo absorbió sin anularlo, ambos cuerpos estaban en uno. Este aliado se llamaba AGUA, era agua que no moja capaz de realizar al fuego que no quema. 



El fuego está lleno de mensajes, así que hoy mira las llamas, si no de una hoguera, de una vela, y no pidas nada. Sólo contempla su pura magia elemental. Todas estas meditaciones están bien, pero más allá de todo lo que puedas imaginar dentro del gran universo mental, está el fuego de la vida misma que palpita moviéndonos. La mayoría de veces sabemos por qué, otras no entendemos nada y tenemos que jugar a descubrirlo.


El fuego tan mágico, tan transformador, tan espiritual… Qué mejor momento para arder en el y desaparecer en el humo ;)

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