Thiferet y el arbol de la vida

Volver a empezar cuando todo sigue igual Cada mañana al despertar, con suerte, recordamos quienes somos y sentimos la presencia del ser que habita el cuerpo y la mente, cambia la película y el personaje con el que nos identificamos para sin darnos cuenta volver a perdernos. Cada vez que miras el reflejo de tus ojos en el espejo, en su profundidad, son los mismos, aunque se sienta tristeza o alegría... solo el estado de animo modela la expresión del rostro y colorea la interpretación del mundo. Este observador que cambia de nivel, que se pone de un lado u otro, que se acerca o aleja... estas formas y fuerzas temporales, fenómenos que aparecen y desaparecen en el espacio. Espacio partido, dividido y limitado por el egoísmo y la posesividad. Esta ilusión de maya que nos ciega a la realidad, vemos lo que queremos tanto si es de bueno como de malo, neti neti , no es eso, ni eso, ni eso....  esta constante necesidad de atrapar, nos atrapa.... quien dijo que, que dijo algo y dejo...

Voy a empezar esta entrada recordando el origen de la luz que llega hasta nuestros ojos, el sol. El astro sol envuelto en llamas, hidrógeno consumido, energía en constante transformación. Volcanes, rayos y circuitos eléctricos también generan, calor, fuego y luz. No podemos separar fuego y luz pero ahora vamos a continuar hablando sobre los procesos del fuego, especialmente de tres. En el cuerpo podríamos situarlos: En el vientre : Se realiza el proceso de absorción de los nutrientes que consumimos. Centro energético de donde extraemos la fuerza y también la matriz que alberga la semilla de la vida. En el corazón : Responsable del sistema circulatorio, íntimamente ligado al sistema respiratorio. Como punto medio entre el vientre y el cerebro actuando como un transformador. En la mente : Relacionada con el sistema nervioso central y periférico. Emisor y receptor, canal de las corrientes de información. Podría verse como un traductor. El fuego del vientre lo podemos imaginar como una ...